El diagnóstico genético preimplantacional es una técnica para detectar anomalías genéticas previa a la transferencia del embrión al útero de la mujer durante ciclos de FIV.
El diagnóstico genético preimplantacional es una técnica para detectar anomalías genéticas previa a la transferencia del embrión al útero de la mujer, durante ciclos de FIV y, por tanto, antes de que se haya producido la implantación.
Para utilizar esta técnica la pareja debe someterse a un tratamiento de FIV. En estas condiciones, después de la fertilización, el cigoto humano se divide aproximadamente cada 24 horas de manera que, 3 días después de la obtención de los óvulos, los embriones tienen una media aproximada de 6 a 8 células o blastómeras. En ese momento, se extraen 1 ó 2 blastómeras para su análisis, mientras que el embrión se mantiene en la incubadora hasta que se obtienen los resultados y se realiza la transferencia. Estas técnicas de análisis genético permiten un diagnóstico muy rápido, que no sobrepasa los dos días. De este modo, se seleccionan con seguridad a los embriones sin alteraciones y con mayor potencial en estado de blastocisto, realizando la transferencia embrionaria hacia el quinto día de cultivo.
Un uso correcto del DGP puede evitar la implantación de los embriones con anomalías, la pérdida del embarazo, o el nacimiento de un niño con problemas físicos y/o retraso mental o afecto de una enfermedad genética. Por tanto, el principal beneficio del DGP es que maximiza la probabilidad de una pareja de tener descendencia sana, disminuyendo enormemente el riesgo de abortos espontáneos o de tener que contemplar una interrupción del embarazo. Esto se consigue analizando los embriones antes de que se implanten en el útero, es decir, antes de que empiece el embarazo. En Vidafer, actualmente no disponemos de esta técnica.